El animal se encuentra con unas llamas encima de su cabeza
que dañan sus cuernos, ojos y piel, causándole un gran dolor y ansiedad
QuePasaCOLIMA.-
Se han logrado tomar imágenes de una de
las tradiciones más polémicas que involucran a animales en España. Se ha tenido acceso al 'Toro de Júbilo' de la
localidad "Soriana de Medinaceli", en el interior del país.
Según
algunos antropólogos es un rito que proviene de la Edad de Bronce, cuando la
superstición regulaba las vidas humanas y los sacrificios eran considerados
como una necesidad vital para proveer al clan y solicitar el favor de los
dioses. Hoy día, en pleno siglo XXI, se sigue celebrando por motivos que, ya
carentes del aspecto mágico, se centran en lo más cruento y morboso del
maltrato.
La
tradición, que se celebra todos los años el segundo fin de semana de noviembre
y que recoge perfectamente en las imágenes difundidas, consiste en rodear e
inmovilizar al animal para ponerle una cornamenta artificial de madera que es
empapada con alquitrán y posteriormente prendida con fuego.
Cuando el toro deja de estar
inmovilizado se encuentra con unas llamas encima de su cabeza que dañan sus
cuernos, ojos y piel, causándole un gran dolor y ansiedad. Durante el tiempo
que dura el espectáculo el animal intenta apagar el fuego y huir del recinto en
el que está atrapado. Mientras tanto, entre 1.000 y 2.000 personas lo jalonean durante un tiempo que puede superar la hora.
Una tradición nacional
Lo cierto es que el 'toro embolado',
como se denomina a este tipo de práctica, no se celebra solamente en
Medinaceli, sino que está ampliamente extendida por varias regiones del país, más de 3.000 toros se embolan cada año en
España.
En Castellón y Valencia, en la costa
mediterránea del país, es un festejo muy común. Se celebra en plena calle y es
frecuente que menores de edad contemplen este 'espectáculo'.
Los cuernos de los toros, como los de
otros animales, tienen terminaciones nerviosas que dotan a estos apéndices de
gran sensibilidad. El dolor, además del terror de llevar varias bolas de fuego
sobre su cabeza, llevan al toro a la desesperación más absoluta que corre,
frenético, por las calles, tratando de huir de un castigo que no comprende.
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