miércoles, 20 de marzo de 2019

Al fondo de la gobernabilidad y la frivolidad Californiana: Juan José Gómez Santos


QuePasaCOLIMA.- Por sus condiciones ambientales, geográficas y climáticas; rodeado el valle de cerros y montañas, que abastecen de maravillas y de vida a los municipios; Colima es un paraíso. De un momento estás desde la montaña en las agradables arenas de las bellas playas de Manzanillo. Y de aquí, si  quieres irte por el viejo camino de Miraflores, puedes llegar  hasta  Colima, rodeando paisajes  y viendo flora de todos los tipos.

Pero, por el otro lado, por el lado de la  descomposición política y moral de 90 años de latrocinios, contubernios, mafias y traidores de la patria, que es  la realidad del nonagenario PRI; ese bello paraíso padece las consecuencias de la corrupción y la mala gobernabilidad. Salvo algunos destellos de inteligencia política en los destinos del  estado; la mayoría ha sido corrupción y más corrupción.

Pero el colmo de los colmos, el non plus ultra del fracaso de los gobiernos, y  el deterioro social de nuestra querida Colima, lo representa  el actual gobierno de Ignacio Peralta Sánchez, alias Nachito, diminutivo  sarcástico con que el pueblo le dice por su imberbe e incapaz forma de gobernar.

A muchos colimenses engañó, pues en aquellos días de su campaña, aseguraba que se iba a vivir   feliz en Colima, y algunos le creyeron, ingenuamente, porque no tenían opción: el abanico de candidatos era muy  mediocre; y el elector  se debatía entre  esta  fallida promesa que  lo era  Nachin, y el locuaz y estigmatizado de corrupto, para más señas JLPR.

Esos electores que creyeron en la demagogia característica de 90 años de totalitarismo priista, decían que el joven traía estudios en la vieja Inglaterra, y que, incluso compartía acercamientos de amistad con el hoy en capilla, por corrupto, Luis Videgaray. Y en esas anda también el  neomorenista Mario Delgado Carrillo, de compañías cuestionables.

Pero nada de esos estudios se ha notado en la forma de gobernar, pues nachito se encuentra en la última  posición de los peores gobernadores del país. Si viviera el marques Manuel Sánchez Silva, se apenaría; o el colega columnista que fue, Rubén Peralta Ceballos, con su ironía brillante, haría lo propio. Si bien lo que Natura niega, no lo da Leicester; tampoco lo que la inteligencia niega, no lo dan los genes.

Ha todos ha sorprendido la incapacidad de Nacho para  encarar los problemas tradicionales que se presentan a la hora de gobernar un estado;  y mucho menos la novedosa problemática de profundos  y gravísimos problemas en la que prominentes miembros de su gobierno se han  hundido, junto con él, en el descredito moral y político.

Anda meando  fuera de la olla,  denostando las  enormes y sensibles protestas que  hace el  gobierno  más respaldado de la historia moderna nacional, el de AMLO; y esos ataques, qué barbaridad, los  endereza desde el fondo  moral y político a donde se encuentra  como gobernador de Colima.

El gobierno que representa Nacho Peralta y -muy lamentablemente- nuestra propia entidad se encuentran en el fondo; aquel del descredito y la incapacidad para gobernar, y nuestra entidad de la violencia donde nadie parece estar seguro, ni las personas de la tercera edad, ni los taxistas, ni nadie.  Pero esta situación, de gobierno fallido, parece no importarle nada a un  gobernante distante de toda conciencia sobre la función pública. Y lejos de llamar a su gabinete y a sus seudoasores y funcionarios de secretarías -que vegetan, como es el estilo de este sexenio- a que rindan cuentas de su propia incapacidad para atender todos los asuntos y dar resultados: se va a la zona dorada angelina de California, siguiendo  los pasos y modos y costumbres de  sus antecesores, en gastos faraónicos y reuniones  bizantinas que ningún beneficio real le han traído a Colima,  salvo el impacto  a la nómina pública.

Cuando la sociedad colimense, conmocionada ante el grado de presunta descomposición caligulezca de un secretario del gabinete nachista,  clamaba por justicia para los familiares de las cuatro personas mayores asesinadas en un radio céntrico, y del jovencito menor de edad en la casa de fiestas del  secretario, donde se compartía con  amiguitos y profesionales de la diversión sexual; el gobernador Ignacio Peralta huía de los cuestionamientos, yéndose hasta la dorada California, dizque a tener reuniones con organismos del comercio e inversionistas. Como si no supiera el pueblo colimense que precisamente la inversión se aleja por la realidad de violencia, corrupción e inseguridad pública de nuestra querida y paradisiaca  entidad.
Yo no recuerdo que  Griselda Álvarez, de luminosidad personal en  el gobierno, haya ido a California con el pretexto de impulsar el desarrollo de Colima como escudo para ir a pasearse, o desentenderse de problemas –que no los tuvo- como los que  padece por incapacidad el actual gobernante.

Ni viendo entiende el gobernador. Debería aprender de López Obrador, que ha cancelado  pasarelas mundiales, porque está entregado a poner orden inicial al desmadre en que la pandilla de amigos de Nacho Peralta, le dejaron al  país. Ni tampoco, como Nacho, el pelón Alfaro,  gobernador de Jalisco, lo  entendió, pues,  también siguió los frívolos pasos de  irse a California  dizque a promover a la perla tapatía. Colima ni Jalisco  necesitan de falsos promotores de su economía. Pues su futuro es luminoso, y llegará el día en que en Colima, no falta mucho, se tenga una  persona en el gobierno, con gran capacidad y moralidad pública, ¡me canso ganso!

PUNTO Y RAYA
¡Serenos, muchachos!
El gobierno federal y  la fuerza partidista que lo respalda, están siendo objeto de duros ataques de una derecha molacha, ciega, tuerta, pero no muda. Pues  por todos lados y valiéndose de  personeros, cuestiona  día tras día los logros  del presidente Andrés Manuel López Obrador. Pero, ese juego sucio, de una ciega, tuerta, molacha y sorda, -pero no muda- derecha: le harán lo que el viento le hizo a Juárez ¿y que le hizo? la ventisca solo le meció la cabeza al patricio.

Poco a poco van surgiendo informaciones que tendrán que seguirse por la vía jurídica, contra aquellos corruptos que, orquestados y aceitados por y desde el poder. Trataban de impedir el arribo al gobierno de verdaderos y sensibles gobernantes justicieros. Uno de esos  instrumentos licenciosos por sí mismo, fue el  historiador Enrique Krause, embarrado  en un complot  internacional para impedir el victorioso triunfo, que al final se dio, en la persona del hoy presidente Andrés Manuel López Obrador. Y si se llevaron, van a tener que aguantar.  ¡Hasta la próxima!

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